lunes, 26 de mayo de 2008

FONDO BIBLIOGRÁFICO: "

Hace ya más de un cuarto de siglo que este libro está siendo leído (¡cómo pasa el tiempo!). Y no pierde ni un ápice de su frescura y de su gracia. Y se vende con solvencia sostenida.

Quizá hoy, tantos años después, sean necesarias algunas claves de lectura para entender que hubo una Barcelona que se acicaló para preparar unos Juego Olímpicos o que Marta Sánchez era la sex-symbol de toda una nación. Que no existían los teléfonos móviles o que la única forma de conocer lo que pasaba en las bodas reales era leer la revista ¡Hola! Que alguien se podía dejar ver en un SEAT 850 furgoneta o que se podía leer una nota con las siguientes palabrejas: «Hola, titi. ¿Quieres pasarlo chupi guay?».

Sin noticias de Gurb es una de las obras más vendidas de Eduardo Mendoza y éste es uno de los grandes autores de la España de finales del siglo XX. Como explica Sergio Vila-Sanjuán en Pasando página hasta un 30% de la facturación total de Seix Barral en los años 80-90 es obra de Mendoza: una auténtica proeza. Y con razones de sobra.

Ha sugerido Manuel Asensio que el secreto de Mendoza consiste en plantear astutamente en sus libros como ficticio un absurdo que en muy verdadero.

El absurdo de un extraterrestre que llega al planeta Tierra (cae en Barcelona) y pierde a Gurb (su compañero de batallas o de conquistas). La verdad de la condición humana vista desde fuera y con la mayor de las purezas o ingenuidades (o crueldades):

«La posición erecta a que llevo sometido el cuerpo desde hace cinco horas empieza a resultar fatigosa. Al entumecimiento muscular se une el esfuerzo continuo que debo hacer para inspirar y espirar el aire. Una vez que he olvidado hacerlo por más de cinco minutos, la cara se me ha puesto de color morado y los ojos me han salido disparados de las órbitas, debiendo ir a recogerlos nuevamente bajo las ruedas de los coches. A este paso, acabaré por llamar la atención. Parece ser que los humanos inspiran y espiran el aire de un modo automático, que ellos llaman respirar. Este automatismo, que repugna a cualquier ser civilizado y que consigno aquí por razones puramente científicas, lo aplican los humanos no sólo a la respiración, sino a muchas funciones corporales, como la circulación de la sangre, la digestión, el parpadeo ─que, a diferencia de las dos funciones antes citadas, puede ser controlado a voluntad, en cuyo caso se llama guiño─, el crecimiento de las uñas, etcétera. Hasta tal punto dependen los humanos del funcionamiento automático de sus órganos (y organismos), que se harían encima cosas feas si de niños no se les enseñara a subordinar la naturaleza al decoro».



REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Autor: Eduardo Mendoza.
Título: Sin noticias de Gurb.
Editorial: Seix Barral.



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